
Las innovaciones tecnológicas, el deseo de beneficiarse de nuevas prestaciones y las exigencias de la competitividad, hacen aumentar constantemente el consumo de aparatos eléctricos y electrónicos. La consecuencia es una creciente generación de RAEE que, si no son tratados adecuadamente, podrían suponer un riesgo para el entorno y la salud de las personas. El reciclaje elimina este riesgo y valoriza los RAEE como fuente de materias primeras, aportando a la sociedad un ahorro en recursos naturales y energía.
Reciclar es una responsabilidad.
Son diversos los motivos que nos llevan a promover el reciclaje, pero todos ellos convergen en uno: nuestra voluntad de preservar el medioambiente y nuestro compromiso con las generaciones futuras. Por eso, es imprescindible reducir el consumo de recursos naturales, agua y energía, y lograr ciclos cerrados para las materias primeras que ya están en el mercado. El reciclaje es, por lo tanto, la solución.
Reciclar es una obligación.
Así lo establece el Real Decreto 208/2005 relativo a los aparatos eléctricos y electrónicos y la gestión de sus residuos (más conocido como Real Decreto RAEE). Esta norma afecta a los productores y es la trasposición de la Directiva 2002/96/CD del Parlamento Europeo y del Consejo, de 27 de enero de 2003, que tiene como objetivo controlar la generación de residuos de este tipo de aparatos y garantiza su correcta gestión ambiental cuando finaliza su vida útil.
Reciclar genera beneficios ambientales pero tiene unos costes económicos
Efectivamente, reciclar genera beneficios ambientales incalculables, pero también tiene unos costes económicos derivados de la logística necesaria para almacenar y clasificar los RAEE en los puntos de recogida (que los SIG pagan a los entes locales), transportarlos a las plantas de reciclaje y descontaminarlos. Además, las administraciones exigen a los SIG la realización de campañas de sensibilización a la ciudadanía. Si bien como resultado del proceso de reciclaje se obtienen subproductos comercializables para la industria, los beneficios que se obtienen de su venta no cubren todos los gastos. Por ello, la adquisición de cada aparato eléctrico o electrónico lleva asociado un coste adicional con el que se financiará su reciclaje cuando devenga un RAEE.
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